Errores comunes al dar información científica en los medios de comunicación generales y especializados

155556_dogs-vs-elephant-racing-manipulation-hd-wallpaper_1600x1000Richard Smith, exdirector del BMJ, es una de las cuentas calientes de Twitter, donde podréis encontrarlo prácticamente a diario diciendo lo que muchos piensan pero pocos se atreven a dejar escrito para siempre en las redes sociales o, difundiendo artículos de gran interés. De mente ágil y pluma afilada, os recomendamos seguir su blog en el que un elevado nivel de conocimiento y una pose provocadora actúan catalizando la interacción con sus numerosos lectores.

El otro día publicó un tuit en el que resumió, en 8 puntos, los errores que más comúnmente se cometen en los medios de comunicación generales al dar información científica y que, como él advierte, también son frecuentes en las revistas científicas. Así que nos hemos planteado hacer hoy una cosa distinta y, a partir de un -aparentemente- sencillo tuit, que hemos traducido libremente, vamos a desarrollar la entrada de hoy. Comenzamos…

1.- Inferir causalidad de las asociaciones: establecer una relación causa-efecto de una mera asociación, por mucha significación estadística que haya, constituye una trampa en la que es fácil caer si no se conocen algunos conceptos básicos en epidemiología. Afortunadamente, hoy día hay en Internet recursos como éste, o como éste, accesibles para todos gracias a la magia de la Red que permiten, a cualquiera que esté interesado, inmunizarse frente a estos riesgos.

2.- Extrapolar a los humanos los resultados obtenidos en investigación con animales: en los últimos años no son pocos los periódicos de la denominada prensa seria que han incorporado suplementos de salud a sus ediciones. Las noticias de Salud, venden y a ellas acuden como moscas a un panal de rica miel los lectores, quienes a veces ven cómo, detrás de titulares sensacionalistas sobre enfermedades de gran impacto social, se esconden los resultados -más o menos prometedores- de una investigación realizada con animales. Extrapolar a los humanos dichos resultados supone levantar falsas expectativas, como puede deducirse de la lectura de este artículo, cuyo titular puede inducir, a quienes no profundicen en la letra menuda, a pensar que, por fin, hemos dado jaque mate a enfermedades temibles como el Parkinson o el Alzheimer.

3.- Publicar los resultados en términos de reducción relativa de los riesgos, sin acompañarlos de las reducciones obtenidas en términos absolutos: este error (o táctica) en la divulgación de información científica busca darle un barniz sensacionalista a los resultados de una investigación. Y, en muchas ocasiones, provoca equívocos en la interpretación a los más incautos. Para no caer en estas trampas para elefantes basta con tener a mano esta magnífica publicación de Evalmed en la que, con ejemplos que a todos nos suenan, se explican de forma muy didáctica -entre otros- los conceptos de riesgo relativo y absoluto y de reducción de los mismos. Pedirle a una publicación general que entre en estas quisicosas de los resultados es una quimera -máxime cuando lo que pretenden, simplemente, es atraer la atención del lector. La cosa es, más grave, cuando ocurre en publicaciones especializadas, pecado del que no se libran ni las grandes y ante el que debemos ser precavidos.

4.- Extrapolar los resultados de variables orientadas a la enfermedad a variables orientadas al paciente: este error tiene su origen en una investigación centrada en variables de eficacia subrogadas (disminución del %HbA1c, disminución de la presión arterial, disminución del volumen prostático, aumento del la densidad mineral ósea) antes que en variables orientadas a la enfermedad (episodios cardiovasculares, mortalidad, fracturas, calidad de vida…). Es frecuente observarlo en la publicidad que manejamos en el ámbito sanitario (en la que, además, se suele pasar de puntillas sobre los aspectos de seguridad del medicamento) y está tan asumido que llega incluso a confundir a algunos clínicos, para quienes la eficacia consiste en tener controlados tales o cuales parámetros, antes que en la demostración fehaciente de su utilidad disminuyendo las complicaciones o la mortalidad asociada a una determinada patología.

5.- Falacia ecológica: resulta tentador inferir características de los individuos de una población, a partir de las estadísticas agregadas de la población a la que pertenecen, ya que partimos del supuesto -falaz- de que todos los miembros de un grupo muestran las características del grupo. Bien explicada en este artículo, la falacia ecológica puede proporcionarnos suculentos -y falaces- titulares como éste. Una lástima porque nuestra afición al chocolate es digna de ser premiada.

6.- Sesgo de publicación: se define como un error sistemático que consiste en la tendencia de los investigadores a presentar manuscritos y de los editores y revisores a aceptarlos sobre la base de la solidez y la dirección de los hallazgos de la investigación. Esto supone que no se publica toda la verdad, sino sólo la parte que es coherente con los resultados a los que queremos llegar. En Sala de lectura vimos hace tiempo el lamentable ejemplo de reboxetina yla amenaza que este error supone para las revisiones sistemáticas.

7.- No reconocer problemas de falta de potencia estadística en los estudios: no todo vale, como se puede apreciar en esta crítica a la publicidad de Omacor. Aún así, es frecuente presentar como válidos los resultados de ensayos en los que la potencia estadística es insuficiente, presentar como resultados del estudio los de las variables secundarias del mismo, e incluso presentar como resultados los de variables que pasaban por allí. ¿Errores del comunicador o estrategia tergiversadora más digna del mundo publicitario que del científico? Que cada cual saque sus conclusiones…

8.- No contextualizar los resultados con el cuerpo de conocimiento existente sobre la materia: o de cómo coger el rábano por las hojas y centrarnos en la parte del problema que nos interesa. Así, es posible que se nos venda la eficacia de un fármaco en base a determinados estudios, pero no de otros también publicados, o que se olviden determinadas circunstancias, características de la enfermedad, de los pacientes o cualquier aspecto de interés en el que se circunscriba la información que se nos hace llegar y que daría una visión completa, no sesgada, del asunto en cuestión.

Colofón: como veis, el tuit de Richard Smith da para mucho más de 140 caracteres y su contenido puede estirarse hasta hacer un post que bien podría ir dirigido a informadores, profesionales de la salud o ciudadanos. Todos somos susceptibles de caer en las redes de la propaganda, de un marketing voraz que distorsiona la auténtica dimensión de los resultados en salud provenientes de la investigación, por lo que es importante conocer las añagazas más frecuentemente utilizadas por los que pretenden manipularnos.

Se atribuye a Goebbels la frase de que más vale una mentira que no pueda ser desmentida, que una verdad inverosímil. Puede que tuviera razón. Hoy hemos visto en 8 perlas cómoalgunas mentiras pueden ser fácilmente desmentidas. Y eso que nos hemos dejado en eltintero cuestiones como la plausibilidad biológica o, sencillamente, el sentido común, para no caer en las trampas para elefantes que unas veces nos tienden los demás y otras, en cambio, nos tendemos nosotros mismos…

This article originally appeared on elrincondesisifo.es

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